Entre 1859 y 1865 Miguel Tenorio de Castilla fue el “amante oficial” de Isabel II o, al menos, los mentideros cortesanos
así lo indicaban. Políticos de gran preponderancia recelaron de su influencia sobre la Reina, fundamentalmente
porque estaba muy próximo al moderantismo más rancio. A ello hay que añadir que, extraoficialmente, se
le atribuyó la paternidad de las infantas Pilar, Paz y Eulalia de Borbón, frutos matrimoniales oficiales de los reyes
durante el período de mayor intensidad en la relación personal entre Isabel II y su secretario particular.