Cuando apareció la televisión y comenzó a imponerse en la vida cotidiana, la educación vio en ella un socio que podía
proporcionarle mucha ayuda. La institución escolar, sobre todo, imaginó que la televisión iba a representar un recurso formativo de
gran interés. Pero las esperanzas se transformaron muy rápidamente en desilusiones, y el nuevo medio de comunicación pasó de
remedio universal a basura. Emoción fácil, divertimiento, juego, tales fueron los valores que se impusieron y convirtieron a los
espectadores en receptores apáticos, aburridos por las olas de imágenes y sonidos, encerrados en sus fantasías o en las redundancias
y linealidad del pensamiento único. Algunos se dieron cuenta de que la evolución del nuevo dios del hogar parecía irreversible. Pero
otros pensaron que había una salida de emergencia posible, llamada: educación en medios. Esta educación, tomando la televisión
como objeto de análisis o como medio de expresión, podía reconciliar la pareja, ofreciéndole oportunidades que no habían sido
exploradas todavía. Por eso, la televisión que no queremos, la que rechazamos o condenamos por su necedad, puede ofrecernos
actividades de interés. Tomemos tres ejemplos de programas que ilustran bien la televisión que no queremos: la publicidad televisiva,
la tele realidad y el telediario. Cado uno de estos ejemplos puede ayudarnos a introducir temas de debate, fundamentos del lenguaje
audiovisual, representaciones y estereotipos. Estos componentes del producto mediático nos permiten problematizar una serie de
aspectos de otra pareja explosiva: la pareja información/comunicación. Lo interesante en estos tres casos (y en muchos otros) es la
evidencia de un abordaje crítico, la incitación permanente al análisis, la reflexión sobre objetos mediáticos que nos conducen
inevitablemente a hechos de la sociedad. Por eso, hay que hacer a veces caso omiso de nuestras propias aficiones y gustos para ir al
encuentro de nuestros alumnos. Esta televisión, su televisión, aunque no sea necesariamente la nuestra, resulta importantísima
porque nos conduce a una cultura y a una manera diferente de entender el mundo. Aquí ha de estar nuestro punto de partida para
hacer que cambien las cosas, se mejoren quizás las perspectivas y obtengamos todos la televisión que queremos
When television first appeared, many educators and teachers imagined it would bring them help and assistance. It was indeed
considered as the promise of valuable teaching material. But desillusion quickly came… and even rejection. This new opium of the
people wouldn’t play the part it was supposed to play in the class room. The television we would have dreamed of was definitely not
that one… Yet, with the help of media education, it may bring us some interesting illustration of what media products are, even if we
think of TV programs like commercials, telereality or the news where information and communication are often mixed up. Analysing
such products with our students can bring them to a more critical eye and independence. This trash TV is able to bring them a lot if
we are ourselves able to train them to analyse these programs and to stand back from mediatic confusions and drifts. Moreover,
doing so, we shall take their own mediatic culture as a starting point, which seems essential to us. So, their television might become
the television we want… as educators