Durante el primer tercio del siglo XIX, el sistema del Antiguo Régimen
comenzó a desmoronarse al vaivén de los acontecimientos políticos, especialmente a
partir del cambio dinástico de 1808. Sin embargo, la conmoción general de aquellos
años era realmente la culminación natural de una larga crisis que venía socavando las
bases del sistema desde hacía décadas.
En nuestra comunicación nos centraremos en las transformaciones que
experimentó el ámbito político, un aspecto fundamental porque por primera vez se
implicó en la elección de los dirigentes al común de los españoles, hasta entonces ajenos
a los círculos que se repartían el poder político. Veremos cómo se produjo el cambio en
la participación política del campesinado en dos villas de la campiña onubense –
Almonte y Villalba del Alcor– con objeto de concretar en el plano local un fenómeno
generalizado en todo el país: la evolución hacia un sistema político liberal, resumido en
la difusión del sufragio masculino, a partir de un sistema de elección de justicias de
corte antiguo en el que el campesinado común poco tenía que ver, pero cuyos
protagonistas políticos eran siempre labradores o incluso terratenientes.
Con este objetivo nos retrotraeremos hasta la coronación de Carlos IV (1788) y
continuaremos hasta la muerte de su hijo Fernando VII (1833): seremos así testigos de
los avances y retrocesos que se experimentaron con las tentativas ilustradas de sanear el
sistema del Antiguo Régimen, la ocupación francesa de 1808, la liberalización de 1812
y el Trienio Liberal, como períodos claves en el avance político, pero también con el
estancamiento forzado durante el Sexenio Absolutista y la Década Ominosa.
Recorriendo esta horquilla temporal, veremos cómo el campesinado de la campiña
onubense no se mostró tan pasivo como podría imaginarse desde mucho antes que el
reinado de José I Bonaparte introdujera la primera nota discordante en el sistema del
Antiguo Régimen, y cómo esta actitud se fue acentuando con el paso de los
experimentos liberales