La provincia de Huelva es la de mayor superficie arbolada de Andalucía, aunque la mayoría de estos bosques
proceden de plantaciones forestales, algunas muy antiguas. No obstante, aún conserva grandes extensiones
de vegetación natural derivada de los enormes bosques mediterráneos de encina y alcornoque que poblaban la
Península Ibérica. Se pueden identificar distintos tipos de encinares y alcornocales dependiendo de la litología y
el bioclima. Muchos de ellos se encuentran profundamente transformados, ya que han perdido el estrato arbustivo
al convertirlos en dehesas. Aunque no muy abundantes, también es posible identificar algunos bosques de melojo
en el norte de la provincia y salpicando algunas zonas localizamos quejigos. Las distintas etapas de degradación
de estos bosques conducen a matorrales, tanto seriales como nobles, que se extienden por numerosas zonas
degradadas de la provincia. Se trata de jarales-aulagares, jarales-brezales, madroñales, lentiscares, etc. En los
barrancos y afloramientos rocosos se da una vegetación muy particular, denominada casmofítica, que es rica
en endemismos. En los entornos riparios, cuando el cauce es permanente, es posible detectar algunas de las
formaciones típicas del bosque de ribera, entre las que destacan las saucedas, alisedas y fresnedas. Cuando
el cauce es estacional o intermitente, aparecen formaciones típicas de cauces mediterráneos con fuerte estiaje
como adelfares, zarzales, tarajales y tamujares. Con respecto a las plantaciones forestales, son muy frecuentes las
de pinares y eucaliptares. En muchos casos, estos pinares, se han naturalizado. Finalmente, en el corazón de la
sierra, existen abundantes castañares, introducidos desde hace siglos para la explotación de su fruto y la madera.