Los dinamiteros experimentados saben que, para causar una explosión
con los efectos más devastadores posibles, tienen que repartir la dinamita
disponible en dos paquetes: uno con un cuarto y, un segundo paquete, con
el 75 por ciento restante. Primero se hace explosionar el paquete pequeño e,
inmediatamente después, el más grande. El pequeño abre el camino a la onda
expansiva de la explosión más grande. En cierta medida esto es lo que nos está
pasando: aún no recuperados de la crisis global de 2008, tenemos que lidiar
con una segunda, todavía mucho más intensa que la primera