Desde la Antigüedad la pena de muerte es aplicada como castigo análogo a la acción cometida contra la vida y los credos religiosos. La religión había asimilado esta sanción como una forma de salvaguardar a los no pecadores, de aquellas personas consideradas como peligrosas para la fe. Su discusión es de larga data y las posiciones a favor y en contra, siempre se han hecho presentes. En América Latina, los altos índices de criminalidad llevan a que sectores sociales exijan se discuta sobre la necesidad de la aplicación de la pena capital, como forma de combatir la inseguridad, lo que desde lo teórico contrapone las teorías retributivas y utilitarias, así como la normativa internacional en materia de protección de derechos humanos.
Since ancient times, death penalty has been applied as a punishment that deserves those who attempt against life and against religious beliefs. Religion had assimilated this sanction as a way to preserve it from sinners, people considered as dangerous for faith. This discussion is long-standing and the arguments for and against have always been present. In Latin America, the high crime rates lead social sectors to demand a new discussion about the need of apply a death penalty as a way to fight the climate of insecurity, position that contrast with retributive and utilitarian theories, as well as international law in human rights.