La esencia misma del hombre está en la toma de consciencia de la existencia de la muerte. La existencia de esa preocupación por la muerte ha ido variando en sus manifestaciones a lo largo de la historia. Según Kellehear (1984) es inapropiado hablar hoy de un tabú sobre la muerte en la sociedad moderna debido a la proliferación de la literatura, lo que supone un “redescubrimiento” de la muerte pero lo que es cierto es, como dicen Hernández, González, Fernández, e Infante, (2002) que: “en la sociedad moderna no hay tiempo ni ganas de pensar en la muerte”. Antes había un mayor contacto con la muerte, la mayoría moría en casa, con familiares y amigos alrededor y en un proceso de agonía más corto y donde los rituales del duelo se hacían más patentes (Limonero, 1994 en Colell, 2005).La muerte actual es silenciosa, traiciona y de ella no se debe hablar (Gala, Lupiani, Raja, Guillén, González, Villaverde y Sánchez, 2002, en Uribe-Rodríguez, Valderrama, Durán, Galeano-Monroy y Gamboa, 2008). De la misma manera y por su misma naturaleza el hombre actual no debe mostrar signos de dolor ante la muerte, no debe hacerla presente, no debe enseñarle al otro muestras de su existencia. El hombre crea la ciencia con tres máximas siempre presentes, conocer, explicar y predecir los fenómenos que acontecen en nuestra realidad. Pero la muerte se escapa a nuestro entendimiento puesto que no podemos vivenciarla. La religión llega allá donde no llega a experimentar la ciencia y allá a donde no alcanza a comprender la filosofía.Elias (1987): “no existe idea alguna, por extraña que parezca, en la que los hombres no estén dispuestos a creer con profunda devoción, con tal de que les proporcione alivio ante el conocimiento de que un día ya no existirán, con tal de que les ofrezca la esperanza de una forma de eternidad para su existencia” (en Tomás-Sábado y Gómez-Benito, 2003). En el pasado, no muy lejano, la muerte se vivía como un acontecimiento social, toda una serie de costumbres ritualizadas que servían para calmar las ansiedades del vivo.La sociedad actual es una sociedad que niega la muerte (a pesar de las afirmaciones de Kellehear, 1984), la aparta no sólo del ideario común, sino de toda la realidad circundante. Una sociedad que, siendo mortal, rechaza la muerte (Tomás-Sábado y Gómez-Benito, 2003). Se vive hoy en día una auténtica “pornografía de la muerte” (Gorer, enAriés, 1999). La muerte es un concepto “multidimensional” (De Vries, Bluck y Birren, 1993) que puede ser entendida en base a tres aspectos, tres dimensiones o tres manera de vivir la muerte: la muerte vivida desde el yo, la muerte propia, o la muerte en primera persona; la muerte vivida desde el yo junto con los demás, muerte compartida; y la muerte en sociedad, la repercusión de la muerte en los demás y en su entorno, más asociada a la identidad o rol de las personas que a su entidad física. Además la muerte, las actitudes hacia la muerte, se pueden abordar en relación con una serie de variables relacionadas. Una de éstas podrían ser los valores. Quizá el cambio en las actitudes hacia muerte, los miedos y ansiedades nuevas que ésta genera se deba a un cambio en el sistema de valores que considera positivos y deseables aspectos como la competitividad, el consumo, el culto al cuerpo y el éxito, mientras que valora como negativos y rechazables el fracaso, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte (Tomás- Sábado y Gómez-Benito 2003). Otra es la edad. Los psicólogos del ciclo vital (Neugarten, 1968; Levinson, 1977 y Kastenbaum, 1979) han postulado que los diferentes grupos de edad varían en sus actitudes hacia la muerte, en parte debido a su proximidad y exposición diferencial a la misma (Monchietti, Lombardo y Sánchez, 2007), a pesar de que la mayoría de las personas alcanza la madurez sin haber presenciado una muerte o acudido a un funeral (Schmidt, 2007), por lo que la manera en la que una persona entiende y experimenta la muerte cuando niño tiene un gran impacto en cómo esa persona desarrollará su vida como adulto y en sus últimos días (Widera-Wysoczañska, 1999). El sexo.La evidencia empírica existente sugiere que las mujeres se ven afectadas más negativamente por la pérdida que los hombres (Sanders, 1993). La personalidad. Partimos de la idea de que cuanto mayor sea el índice de Neuroticismo en la configuración de la personalidad del sujeto, mayor esperamos que sea su Miedo a la muerte(Loo, 1984 en Blanco, 1992)e igualmente pensamos que podría estar relacionado con la actitud de Evitación ante la muerte de manera directa. Experiencias previas. “La especie humana es la única que sabe que ha de morir y lo sabe sólo por la experiencia” (Voltaire). El recuerdo de la primera experiencia con la muerte puede perdurar en la adultez (Dickinson, 1992) por lo que parece útil determinar qué aspectos de los primeros recuerdos están relacionados con las actuales actitudes ante la muerte (Knight et al., 2000). Sólo con la experiencia de una muerte natural puede enraizar el concepto de muerte (Sheets-Johnstone, 1986). Como establecen Lonetto y Templer (1988), “la cuestión aquí es si la ansiedad ante la muerte sería el resultado de una falta de educación y, por lo tanto, reducible gracias al conocimiento y la supresión de las supersticiones”, pero no sólo eso, la cuestión también debe establecer si es posible continuar con ese proceso educativo una vez alcanzada la madurez.
The essence of man is in making aware of the existence of death. The existence of this preoccupation with death has varied in its manifestations throughout History. According Kellehear (1984) is inappropriate to speak today on the death taboo in modem society due to the proliferation of literature, which is a "rediscovery" of death but what is certain is, like Hernandez Gonzalez said, Fernandez, and Infante (2002) that "in modern society there is no time or inclination to think about death." Earlier they had more contact with death, most died at home, with friends and family around and a shorter process and where the rituals of mourning became more patents (Lemon, 1994 Colell, 2005) .The death agony now it is silent, betrays and she must not be mentioned (Gala, Lupiani, Raja Guillen Gonzalez, Villaverde and Sánchez, 2002, Uribe-Rodriguez Valderrama, Duran Galeano-Monroy and Gamboa, 2008). In the same way and by its very nature modern man should not show signs of pain before death, should not do this, you should not teach other signs of their existence. Man creates science with top three ever-present, know, explain and predict phenomena that occur in our reality. But death is beyond our understanding because we can not experience it. Religion comes where they do not get to experience science and there where does not understand philosophy. Elias (1987): "There is no idea, however strange it may seem, in which men are unwilling to believe with profound devotion, as long as you provide them with relief at the knowledge that one day no longer exist, provided that offered the hope of a way to eternity for their existence "(in Thomas-Sat and Gomez-Benito, 2003). In the past, not too distant, death was lived as a social event, a series of ritualized practices that served to calm the anxieties of living. Today’s society is a society that denies death (despite claims Kellehear, 1984), the away not only common ideology, but of all the surrounding reality. A society that, being mortal, rejects death (Thomas-Sat and Gomez-Benito, 2003). A real "pornography of death" (Gorer, in Aries, 1999) lives today. Death is a "multidimensional" (De Vries, and BirrenBluck, 1993) concept that can be understood based on three aspects, three-dimensional or three way of living death: death experienced since my own death, or death in the first person; death lived since I along with others, shared death; and death in society, the impact of death on the other and their environment, more associated with the identity or role of the people to their physical body. Besides death, attitudes toward death, can be addressed in connection with a series of related variables. One of these may be values. Perhaps the change in attitudes towards death, fears and new anxieties generated by it is due to a change in the value system that considers positive and desirable aspects such as competitiveness, consumerism, body worship andsuccess, while valued as negative and reprehensible failure, aging, sickness and death (Thomas-Sat and Gomez-Benito 2003). Another is age. Psychologists lifecycle (Neugarten, 1968; Levinson, 1977 and Kastenbaum, 1979) have postulated that different age groups vary in their attitudes toward death, partly because of its proximity and differential exposure to it (Monchietti, Lombardo and Sanchez, 2007), although most people are reaching maturity without having witnessed a death or gone to a funeral (Schmidt, 2007), so that the way in which a person understands and experiences death when child has a big impact on how that person will develop his adult life and in his last days (Widera-Wysoczañska, 1999). Sex. The empirical evidence suggests that women are more negatively affected by the loss than men (Sanders, 1993). The personality. We start from the idea that the higher the rate of Neuroticism in shaping the personality of the subject, the greater hope is their fear of death (Loo, 1984 in White, 1992) and also thought it might be related to attitude of death Avoidance directly. Previous experiences. "The human species is the only one known to have died and only know by experience" (Voltaire). The memory of the first experience with death can persist into adulthood (Dickinson, 1992) it seems useful to determine what aspects of the first memories are related to current attitudes towards death (Knight et al., 2000). Only the experience of a natural death can root the concept of death (Sheets-Johnstone, 1986). As set Lonetto and Templer (1988), "The question here is whether the death anxiety would be the result of a lack of education and, therefore, reducible through knowledge and suppression of superstition", but not only that, the question must also state whether it is possible to continue this educational process once they reach maturity.