En la historia de la educación moderna de Japón, hay dos grandes hitos: por un lado, la promulgación de la Ley del Sistema Educativo de 1872 (cuatro años después de la Restauración Meiji), la cual establecía el sistema de educación nacional con una fuerte influencia estadounidense; y, por otro lado, la promulgación de la Ley Básica de Educación en 1947 (dos años después del final de la Segunda Guerra Mundial), cuya finalidad era la democratización del Sistema Educativo de acuerdo al espíritu de la nueva Constitución de Japón.
Sin embargo, desde hace poco más de 15 años, estamos asistiendo a intensos debates en torno a la enseñanza de la Historia que está removiendo algunos aspectos derivados del histórico intervencionismo de las fuerzas de ocupación y que busca, desde la escuela, la construcción de una nueva identidad nacional que potencie el orgullo patrio. Ejemplo de ello lo tenemos en la recuperación de determinados símbolos nacionales en desuso o la aprobación de libros de texto elaborados por la Sociedad Japonesa para la Reforma de los Libros de texto de Historia de corte nacionalista (Delgado Algarra, 2013); predominando, en cualquier caso los libros de texto planteados desde modelos acríticos; aspecto compartido con la enseñanza de la Historia convencional en España (Valls y López-Facal, 2011). Tampoco falta la polémica en cuanto a los usos del Patrimonio; siendo paradigmática la cada vez más habitual visita al Santuario de Yasukuni por parte del Primer Ministro (Delgado Algarra y Estepa, 2014). Igualmente, a los cambios en la enseñanza de la Historia y los usos del Patrimonio debemos sumar un tercer aspecto, la revisión de la Constitución de Japón, en especial el delicado artículo 109. Es decir, nos encontramos ante una clara reacción a la intervención de las fuerzas de ocupación aliadas de mediados del siglo XX.
Sin entrar en todos estos cambios, en el presente texto vamos a centrarnos en algunos de los acontecimientos históricos, políticos y educativos ocurridos en el Japón Moderno hasta la Postguerra, prestando, además, una especial atención al sustrato educativo de referencia heredado del Periodo Edo. Para ello, se lleva a cabo una revisión teórica sobre el papel de la influencia política e ideológica en la escuela japonesa y en la enseñanza de la Historia, revisando el papel de la herencia del antiguo régimen, la influencia del Emperador y las imposiciones de las fuerzas de ocupación condicionantes de la identidad nacional.