Se suele señalar que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) no
se han conseguido en el África Subsahariana. Este artículo se centra en el
cuarto ODM (reducir en dos tercios la tasa de mortalidad en niños menores
de cinco años entre 1990 y 2015): analizando el papel ejercido por los ODM
y el grado de cumplimiento de dicho objetivo en el África Subsahariana. Los
autores argumentan que, a pesar del impulso que el ODM4 ha supuesto para la
salud infantil, no ha logrado desarrollar un marco en el que se puedan analizar
cuestiones tales como la equidad, además de haber desviado la atención de
otros elementos importantes como los condicionantes sociales de la salud y no
haber sabido mostrar las interconexiones existentes entre los diferentes ODM.
Por otro lado, a pesar del fracaso relativo del África Subsahariana, algunos
países han llevado a cabo actuaciones para encaminarse hacia la consecución
de este objetivo o simplemente la mejora de las perspectivas de salud infantil.
Su éxito se puede explicar por una combinación de una mayor intervención,
una mayor dotación de recursos y el fortalecimiento de los sistemas de salud.
En cualquier caso, los verdaderos retos aún permanecen: falta de recursos
nacionales e internacionales, debilidad de los sistemas de salud, escasez
de recursos humanos en todos los niveles de los mismos, mecanismos de
protección social muy limitados, lenta “diagonalización” de los programas y
persistencia de los factores ambientales y socio-políticos.________________________________________________Sub-Saharan Africa is repeatedly painted as a failure in achieving the
Millennium Development Goals (MDGs). This article focuses on MDG4 (reduction
of two thirds in the under-five mortality rate between 1990 and 2015) and
analyses the relative merit of the MDG framework as well as the success or
failure of SSA in achieving this target. The authors argue that despite the positive
impetus which the MDG4 target has represented for child health, it has failed
to provide a framework within which equity considerations could be analysed,
has detracted from the recognition of the importance of social determinants of
health and has failed to highlight the interconnectedness of all MDGs. Further,
whilst SSA is fairing worst in terms of MDG4, some countries have managed to
get on track to achieve MDG4 or improve the health prospects of their children.
A combination of intervention scale-up, additional resource allocation, health
systems strengthening approach, partly explain these successes. Overall
however, real challenges remain: lack of international and national resources,
lack of health systems strengthening, lack of human resources at all levels of
the health system, limited social protection mechanisms, slow ‘diagonalisation’
of programmes, and persistent environmental and socio-political factors.