Las marismas mareales son ecosistemas únicos, de alto valor ecológico, que ofrecen bienes y servicios que
trascienden del ámbito geográfico local y repercuten tanto a escala regional como global.
Huelva es rica en estos ecosistemas, fundamentales cuantitativa y cualitativamente en el conjunto de los humedales
de la provincia. Desde el término municipal de Ayamonte hasta el de Almonte, en todos los estuarios de los ríos
que desembocan en el litoral onubenses, encontramos estos ambientes anfibios sometidos a la dinámica mareal.
Las marismas de los ríos Guadiana, Carreras, Piedras, Odiel, Tinto y Guadalquivir, la última en menor proporción,
están reguladas por dos pleamares y bajamares diarias que nunca son exactamente iguales, ni en intensidad ni en
duración, lo que posibilita su elevada diversidad paisajística.
La regularidad astronómica de las mareas genera una distribución de sus organismos en zonación, en bandas
paralelas a la línea de marea. Sin embargo, la topografía, la microtopografía y las variaciones mareales diarias
determinan numerosas diferencias en la duración y en la frecuencia de las inundaciones en cada punto de la
marisma que favorecen una elevada biodiversidad.
Esta rica biocenosis tiene una característica común. Los organismos son mayoritariamente halófilos, amantes (filo) de la sal
(halo) y sus productores primarios exclusivamente especies halófitas (fito: planta), con adaptaciones que les permiten vivir
en estos ambientes. Es la vegetación la que define la matriz principal de la estructura biótica en las marismas mareales.
Son numerosos los bienes y servicios que ofrecen las marismas mareales, pero lo que las singularizan es su elevada
producción. Se encuentran entre los ecosistemas más productivos del mundo, con valores similares a los de los
bosques tropicales y ecuatoriales. La gran carga de materia orgánica que llega al tramo final de los ríos y la propia
materia orgánica que genera la marisma lo posibilitan, tras pasar de nuevo a disposición de la vegetación, en forma
de nutrientes, gracias a la acción de los detritívoros y los descomponedores. Pero no sería así sin la incidencia de
las mareas. Es determinante la entrada de energía subsidiaria que supone la actividad mareal, que redistribuye todos
estos nutrientes dos veces al día, en cada pleamar, por toda la marisma a través de sus canales, esenciales en la
estructura del biotopo de estos ecosistemas. La elevada producción es lo que hace que la importancia ecológica
de las marismas de Huelva trascienda de su ámbito geográfico local. A escala regional, las marismas, son zona de
cría, guardería y alimentación de numerosas especies animales en el Golfo de Cádiz, algunas de interés comercial.
A escala global, no es casual que las marismas onubenses estén mundialmente reconocidas por su importancia
ornitológica, siendo fundamentales para las aves de humedales alejados a centenares de kilómetros que, en sus
rutas migratorias, encuentra en las marismas de Huelva puntos de alimentación, descanso y reproducción.
La conservación de las marismas y del conjunto de los humedales es entendida hoy como signo de progreso y
numerosos convenios y medidas normativas promueven su protección. Sin embargo, no se ejecuta aún una efectiva
gestión integral de estos ecosistemas, que siguen sometidos a una fuerte presión antrópica, lo que repercute en su
estructura y en las funciones ecológicas que realizan y, por lo tanto, en los recursos y servicios que nos ofrecen, que
son un bien común, un bien de todos.