Reconocer, a estas alturas, que la Historia de España no podría entenderse sin
referencias continuas a la Historia de la Iglesia y de sus hombres, seria aportar bien
poco. Las conexiones entre uno y otro marco se hacen imprescindibles; ello en todas
las épocas, aun en tiempos cercanos en los que Estado e Iglesia se afanan -más de un
lado que de otro-- en desconectar. Porque los mundos tejidos por la fe, la vida y sus
aspiraciones, del más acá y del más allá, generaron de continuo parcelas inmensas de
poder: en las altas esferas, como en los espacios aparentemente lejanos y privados.