La ciudad de Niebla tiene una larga historia como asentamiento urbano, apareciendo ya como un núcleo relevante en tiempos tartésicos y posteriormente (con el nombre de Ilipla) en el periodo de romanización de la península ibérica. Sobrevive a la época posterior a la caída de Roma y durante los siglos de dominio musulmán se consolida como ciudad de gran relevancia para la zona, como capital del Reino de Niebla. Esta capitalidad se mantendrá después del paso del territorio a manos cristianas, tomando el nombre de Condado de Niebla. A partir del siglo XIV se observa, no obstante, un progresivo declive de la población y una pérdida de influencia política y económica.